No tenemos que tener miedo a compartir conocimientos, la creatividad va mucho más allá
Virginie Verrier, directora de Muchafibra, talleres y escuela de coworking
Entre talleres y teatros. Entre pintores y escultores. Entre creativos y diseñadores. En el medio del Raval, en la calle de las Carretes, se encuentra el taller de Muchafibra. Un espacio de coworking y un taller de formación constante, todo en uno. Con un objetivo claro, agrupar diseñadores y amantes del diseño textil, para crecer y apoyarse. Con una filosofía donde compartir es la clave y no tener miedo ante las dudas y las incertidumbres, la virtud.
¿Cómo nace Muchafibra?
Muchafibra es un espacio que nace a raíz de una necesidad. Soy diseñadora, escultora y costurera, y a lo largo de mi etapa profesional me ha costado mucho desarrollarme. Todo es muy difícil, todo exige mucho tiempo. Por ejemplo, encontrar puntos de venta es más o menos fácil, pero conseguir maquinaria es difícil por los costes y la técnica que exige. Y la creatividad sin la técnica es muy difícil que consiga resultados. Es esencial aportar técnica para hacer volar la imaginación.
Para dar respuesta a esta necesidad que tiene el mercado, creé Muchafibra. Un taller con filosofía de coworking donde se reúnen profesionales con la voluntad de apoyarse y aportarse los unos a los otros lo que es necesario para crecer, conocimiento. A la vez, el taller también ofrece cursos para enseñar a coser y a utilizar la máquina. La gente no sabe utilizar la máquina de coser.
Por lo tanto, la filosofía es colaborar para crecer.
En el taller tenemos un lema “una fibra es un diseñador y todos juntos formamos un tejido”. Un tejido social, humano, de colección… que es consistente. Es esencial compartir para crecer.
Sorprende que en el mundo del diseño se quieran compartir conocimiento cuando son proyectos muy personales y propios.
Totalmente. Antes se guardaba el conocimiento, era propio. Ahora no. Queremos compartir los conocimientos para crecer. No hay miedo a compartir, es una manera diferente de trabajar. La creatividad va mucho más allá.
¿Y este conocimiento va más allá de las fronteras?
Sí, alimentamos la creatividad desde el punto de vista de la diversidad. Aquí viene gente de todas partes. Gente que viene para cosas muy específicas y por un periodo muy concreto. Y gente muy profesional y técnica que viene de muy lejos, como el profesor japonés Shingo Sato que nos aporta técnicas concretas sobre la costura y la papiroflexia.
Del fórum de las culturas al fórum de la creatividad y el diseño. ¿Cualquier diseñador es libre de participar?
Es un espacio libre pero limitado, principalmente, al aforo. A pesar de ello, es esencial que cualquiera que venga, tenga feeling, tenemos que crear un equipo. Si no sabemos pensar en equipo, no entrará en la dinámica. Queremos gente que venga a sumar, no a restar.
Además, ofrecéis cursos formativos a todo tipo de gente.
Sí, la gente no sabe utilizar las máquinas de coser y es importante hacer pedagogía. Tenemos cursos de todo tipo. Desde gente que no tiene ningún conocimiento a gente que está preparada y quiere conocer técnicas más específicas. Incluso viene gente profesional del mundo de la moda y profesores con mucha trayectoria.
Concretamente, ¿qué buscan estos cursos?
Son de temáticas muy específicas, a diferencia de las fórmulas de otras escuelas. Por ejemplo, se centran en abordar la confección del biquini, la lencería, el desarrollo de proyectos personales, entre otros. Además, son cursos que no tienen una fecha de inicio y final, están siempre en marcha. Únicamente es esencial, para empezar, conocer una base técnica que permita desarrollar las otras técnicas.
Diferente a otras escuelas. Suena innovador.
Sí. Aquí somos el único taller donde abordamos la marroquinería enseñando a coser cuero a máquina. Nos gustan los retos complicados y arriesgados, porque son los que nos permiten crecer y abrir nuevos campos. Eso sí, el campo tradicional siempre es la base, nos permite desarrollarnos y crecer hacia nuevos caminos.
¿Hay interés para volver a coser?
¡Y tanto! Estamos en el cambio. Hace 10 años que como directora llevo luchando en un cambio en el consumo y la producción. Como diseñadora he dejado de diseñar y producir colecciones. Creo que es la única manera de ser sostenibles. Cuando dejemos de producir colecciones es cuando empezará el cambio. Esto no significa que no nos vestiremos, sino que nos vestiremos aplicando la lógica del reciclaje. Tenemos que producir para el momento.
Interesante. Reducir, reciclar y reutilizar.
La política es enseñar a la gente a coser, a desarrollar, a entender cuales son las dificultades de una producción; y a valorar los precios, el trabajo. Hacer un cambio. Ir menos rápido y personalizar más cada espacio.
¿Pero realmente crees que la gente adoptará este estilo y no será una moda pasajera?
La gente vuelve a comprar máquinas de coser. La gente hace cosas ella misma. Coser es una forma de relajarse, es muy terapéutico.
¿Y la gente joven entrará en este cambio?
Sí. Aquí hay madres que vienen con sus hijas, cuando quien tiene más interés en aprender es la hija. També se está viendo que hay jóvenes que se han creado su propia ropa para crear su identidad. Porque al final el vestir es un vehículo de expresión y una forma de diferenciarse.
¿Y adónde ponéis el foco ahora mismo?
La lencería es la moda actual. Las chicas vuelven al encaje y se vuelve a enseñar el sujetador. Hay un cambio en todo este mundo. Y aquí les enseñamos a cómo jugar con los diferentes materiales, el collage entre ellos… Queremos ofrecer creatividad y a no frenarse ante las dudas.
Para este collage, ¿compartir conocimientos y experiencias es clave?
Sí. La unión de conocimientos es básico.
Una visión muy rompedora en medio del Raval.
Sí. Era el espacio de los talleres y de los creativos, donde había los teatros, pintores, escultores… Todo esto que hoy vemos cerrado, antes eran talleres. Para mí es un espacio con pasado creativo y artístico.
Hace 10 años cuando nacía Muchafibra el país entraba en una crisis económica muy fuerte. ¿Sois también producto de la crisis?
No. Hemos nacido con la crisis, pero no por la crisis. Esto sí, la crisis nos hizo crecer. Los diseñadores se unieron porque solos no eran sostenibles. Nosotros nos adaptamos, somos flexibles, creativos, sostenibles y actualmente estamos estables. Y esto, hoy, es un gran regalo.
¿Hacia dónde enfocáis Muchafibra los próximos años?
Estamos observando el mundo textil y analizando qué falta. Queremos hacer más cursos que sean muy específicos y que traten temas como el escalado, el tema de las tallas es un gran tema a tratar y a desarrollar. Otro curso en el que queremos trabajar es el cronometraje. Es necesario saber cuánto tiempo supone hacer una pieza de vestir para planificar mejor el diseño. En definitiva, somos inquietos y cuando vemos que hay alguna necesidad en formación nos ponemos a trabajar y analizarlo para encontrar la mejor solución al problema. Hay muchos nichos por satisfacer.